El ritmo de vida acelerado que vivimos hoy a veces no nos permite disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como una ducha caliente, un paseo en bicicleta por la ciudad, una sabrosa cena o simplemente una siesta a media tarde para recuperar un poco de energía y el buen ánimo.
Para la autora de esta entrada de blog, las siestas eran algo prohibido, ya que creía que si tomaba una a media tarde, podría correr el riesgo de dormir más de la cuenta y de no poder hacerlo por las noches. Sin embargo, y al investigar un poco, aprendí un poco más sobre ellas y sobre sus beneficios:
Un empujón saludable a tu bienestar
Las siestas pueden restaurar el estado de alerta, mejorar el rendimiento y reducir los errores y accidentes. Un estudio de la NASA sobre pilotos militares y astronautas somnolientos encontró que una siesta de 40 minutos mejoraba el rendimiento en un 34% y la alerta en un 100%.
Además, pueden aumentar el estado de alerta inmediatamente después de la siesta y prolongarlo unas horas más tarde en el día. Esto es especialmente benéfico cuando ya llevas trabajando muchas horas y necesitas un break (te lo digo por experiencia).
Te arranca una sonrisa
La siesta tiene beneficios para tu cerebro. La serotonina es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetito y el estado de ánimo. Dormir inunda tu cerebro de serotonina, lo que te proporciona una sensación de satisfacción y bienestar. Así, una siesta puede ser una forma fácil de obtener algo de relajación y felicidad.
Mejora tu salud
Tomar una siesta te ayudará a disminuir el estrés y el riesgo de padecer enfermedades. La explicación es que no dormir incrementa el cortisol, una hormona que en exceso aumenta la intolerancia a la glucosa y a la grasa, debilita el sistema muscular e inmunológico y baja los niveles de la hormona del crecimiento, lo que puede provocar diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Aprende y concéntrate más
Quienes duermen una siesta rinden más por las tardes y aumentan en 10% su capacidad de aprendizaje, según un estudio de la Universidad de Berkeley. El sueño permite afrontar nuevos conocimientos y fijar los ya adquiridos.
La siesta (incluso si es muy corta) también contribuye a mejorar cualquier tarea que implique recordar listas de palabras o de objetos. Esto se debe a que el sueño facilita el almacenamiento de la memoria a corto plazo y deja espacio para nuevos datos.
A estas alturas, probablemente estés pensando en cómo podrías incorporar las siestas en tu rutina diaria como yo. Antes que nada, considera que dormir lo suficiente de forma regular es la mejor manera de estar alerta y sentirte bien. Pero cuando la fatiga se instala, una siesta de 26 minutos puede hacer maravillas y ayudarte a continuar tu día con más energía.